Miss nine-teen

La noche más corta del año y ella llegaba con todos los regalos de los minusválidos. Regalos, como se lee en el inglés, gifts, con esa pronunciación tan imposible de la unión entre la efe, la te y la ese atravesando los dientes mientras se iba desnudando(me) de cara,
las putas lo hacen de espaldas y también las niñas,
pero las mujeres lo hacen de frente y también las mejores putas, a las que pagas por ello,
y luego cerraba los ojos y luego cerrábamos los ojos los dos y la habitación se quedaba a ciegas mientras se colaban por el hueco de la puerta doscientas vírgenes y me acariciaban lascivamente las doscientas zonas erógenas
de mi cuerpo, ciento noventa y cinco de las cuales no había descubierto hasta ahora; ya he dicho que traía los regalos de los minusválidos, como el tacto perfecto que había heredado de los superhéroes ciegos.
Como la obsesión por el silencio de los mudos. Los mudos, que convierten las habitaciones en un bosque remoto lleno de árboles que se están cayendo. Así,
cayendo,
me tenía su presión de doble capa: la primera las manos la segunda las piernas - ligeramente temblando lo que quiere decir que le gustaba-, que le encantaba
que metiera la lengua entera en su coño
que me moviera por allí pero no demasiado
y por eso me apretaba contra sus caderas doblemente la primera presión las manos a la altura de los oídos volviéndome sordo, la segunda pegada a las manos las piernas, todo eso encajándome la cabeza en ella
como si estuviera dándome de nacer.

A la mañana siguiente nos dimos cuenta de que los dos habíamos olvidado cambiar la hora; así descubrimos la relación entre la anosmia y el Alzheimer

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Arrebatador.
Eric Magdalena ha dicho que…
Por lo visto, también existe una relación entre la anosmia y las compresas de la Coixet.
Bueno, quizá este comentario sea un poco extemporáneo, pero es que me falla el reloj.
Un saludo.

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